Un millón de palabras, no pueden hacer que vuelvas y lo se por que lo intenté, tampoco un millón de lagrimas lo se porque lloré hasta quedarme sin lágrimas. Hasta que el alma se me secó. Nuestros recuerdos de ayer durarán toda una vida. Guardar los mejores y olvidar los demás.
Espero que leas esto completamente y no lo dejes para después continuarlo y para cuando hayas terminado de leerlo, espero que hayas entendido lo que te quise decir.
Esto es una de las cosas que más me costaron y dolieron hacer en todo este tiempo. Hay cosas que creí que no volverían a pasarme. Uno vuelve a caer una y otra vez en los mismos juegos. En las mismas trampas. Y lo peor de todo, que al darnos cuenta de eso a uno lo hace sentir como un tonto. Quisiera decirte tantas cosas. Lamentablemente no me queda nada más que dejarte mis palabras en un blog, que ni vos ni yo entendemos bien que es lo que pasa. Capaz critiques el medio, pero la única razón es porque no podía hacerlo de otra manera. Si me vieras ahora lo entenderías. Sobre el amor conozco situaciones diferentes. Muchas que me tocaron vivir a mí, y situaciones que particularmente me hicieron tocar a veces no sé si el fondo, pero era demasiado hondo para mí. Otras que le pasaron a mis amigos y amigas y nunca termino de sorprenderme. Pero hoy tengo que decirme todas esas cosas que yo dije a mis amigos y amigas, y hasta a mi mismo. Porque simplemente no tengo con quién hablarlo. Tal vez por orgullo, y también por vergüenza. Evidentemente algo se nota en mí, no puedo disimularlo. Porque por esas cosas raras que tiene la vida, más que nunca estoy rodeada de mis amigas. Más que nunca me preguntan que me pasa estos últimos días. Que dónde dejé esa felicidad que tenía no hace mucho. Donde dejé ese brillo de mis ojos. Dónde dejé las ganas de pasarla bien con ellas. No son tontas, me conocen. Algunas lo suficiente como para darse cuenta cuando les hablo porque también se me nota al hablar. Me duele tener que mentirles cuando me preguntan, cómo estás? Y yo les digo: muy bien, acá ando. Digo con mi mejor cara cuándo no puedo disimular este dolor que a veces creo que podría matarme. Pero mucho más duele saber que ellas se dan cuenta, que es casi todo lo contrario lo que digo. Pero así son las reglas, y así es la tristeza. Solo tengo que esperar que llegue la hora en que todo pase por fin y volver a empezar de nuevo. Capaz un poco más fuerte, porque eso es lo que dicen, lo que no te mate, sólo te hace más fuerte.
Ya te imagino leyendo esto. Pero no te equivoques, ser fuerte no significa volverse insensible o frío. Eso es volverse cobarde. Qué es muy distinto a ser fuerte. Yo podré ser muchas cosas, pero no una cobarde. Siempre digo a los demás: la vida sigue, el planeta sigue dando vueltas, no te podés quedar ahí sentado porqué estás mal. Pero que difícil es seguir viviendo cuando estás atada a algo y eso que te ata resulta ser algo que amas con más fuerza de las que tienen tus piernas para caminar. Sabes algo? Creo que la única forma que me queda para salir de esto es sin mentir. No voy a salir a decir que no te amo, porque es mentira. Ya las cosas pasaron, el dolor sigue acá, ya dijiste y tomaste tu decisión, aunque fue algo “egoísta”, porque solo pensaste en tu tranquilidad en tus sentimientos, y no te importó lo que yo sintiera, no te importó que yo te quisiera tanto. Te confieso que siento que la vida se me acaba, no se como salir de esto, no se como acostarme sin pensar en vos, no se cómo hacer para no extrañarte tanto.
Ya te dije la verdad, seguro que muy tarde pero te la dije, me siento mejor estando con vos, aunque no me creas esa es la verdad.
Pero bueno, no voy a decirte que no te extraño, porque me muero de ganas de estar con vos. Tampoco voy a decirte que no te necesito, porque me hacés falta, y más que nunca. Tampoco voy a decirte que no quiero que me mandes un mensaje. Porque en lo primero que pienso cuando suena el teléfono es en vos. Y para que mentir, si no puedo. Se me nota. Es algo que no puedo hacer. Lo lógico, es que tenga que decirte todo lo contrario para hacer las cosas un poco más fáciles. Pero hay algo más importante que mi orgullo, las cosas que te prometí. Y eso me juega en contra ahora, porque podría dejar esto por el camino más fácil de no haberte prometido algunas cosas. Pero lo hice. Y a pesar de que podría sacar esas promesas, no puedo. Porque no te voy a dar la posibilidad de que me digas: no cumpliste o me fallaste? Eso no, nunca te voy a fallar. Uno promete algo cuando está seguro que puede cumplirlo. Y yo prometí que te iba a querer toda la vida, y así lo voy a hacer. De todas las cartas que te escribí y que nunca te di, esta es la única que vas a recibir. Porque es la más sincera, pero también la que más me duele. Porque a pesar de todo, la verdad duele. Más aún si hay que imaginarla. Peor aún cuando eso que imagino termina siendo verdad, y cuando me dicen que eso que pensé eran tonterías. Dejame decirte algo, a veces las tonterías terminan siendo reales. Ojalá y algún día entiendas que todo fue verdad, que jamás te mentí cuando te dije que te amaba y que eras lo más importante para mí.
No te pedí que me amaras. No te pedí que me quisieras. Nunca te pedí que me extrañaras. Solo pretendía que llenaras los espacios de soledad que habían en mi, que llenaras mis tristezas, no me importaba vivir a escondidas de los demás, no me importaba vivir en esta mentira.
Perdoname. El mundo se me escapó de las manos y para mañana tengo que ir detrás de él, alcanzarlo y ponerme de nuevo en mi lugar y dejar algunas cosas atrás. Entre ellas, tendría que dejar el dolor y a vos. Pero no, porque duele, duele desprenderse de algo que amas con todas tus fuerzas. Pero tal vez sea algo necesario. El tiempo lo dirá. No quisiera hacer esto, pero sólo me voy a llevar algo que un día dejé en tus manos sin que me lo pidieras, por eso no puedo reprocharte nada, es mi corazón. No es que no quiera dejártelo, ojalá y pudiera estar con vos para siempre. Pero es como que necesita algo de arreglos. Como explicarte... necesito cuidarlo un poco para que se recupere, para que sane y vuelva a latir. Y vuelva a ser el de antes. Necesito ponerle esas alas que tal vez sin querer le arrancaste en un descuido. Necesito hacerle entender que no sos una mala persona. Y aunque yo quiera ir y romper eso, no se puede. Tengo que recordarle que prometimos no lastimarte. Alguna vez me dijiste: te quiero. Dos palabras que no puedo sacar de mi mente. Dos palabras que no puedo olvidar. Y jamás voy a olvidar. Porqué laten y se grabaron en mí.
Vas a entender que no miento. Que fui sincera y lo que siento y lo que me pasa hasta hoy lo podés ver. Lo estuviste viendo sin darte cuenta. Sin quererte dar cuenta.
Te quedaste en algunos detalles negativos que no me diste oportunidad de cambiarlos, de acomodar. Pero bueno, es lo que vos elegiste. Ojalá pudieras ver el otro lado de las cosas. Ahora te estoy hablando con lo poco que queda de mí. Nunca hubo cosas que te dijeron que había o que te inventaste vos mismo no se para qué. Capaz para buscar una excusa? Ahora ya no cuenta, no te preocupes, ya no importa, no voy a meter acá. todo lo que te dijeron tus amigos.
Te devuelvo esos pensamientos que pusiste en mi cabeza. También los que vas a poner. Cosas que ni pasaron, no pasan y tampoco van a pasar. Yo me quedo con lo que creo que es verdad. Me quedo con los hechos que hablan de vos por si mismos. Te devuelvo ese encuentro imaginario que siempre tuve. Te devuelvo mis planes para cuando estuvieras acá compartiendo mucho de lo que tenía para vos, cuando no pudiste entender en realidad que mi vida está acá, no en otro lugar. Me quedo con la primera vez que te conocí, por cierto, un día muy especial.
Te devuelvo mis pensamientos de lo veré o no, esta vez? Me quedo con tus palabras ofensivas que me hacían reír y alegrarme, y que pensaste que yo pensaba que eran insultos por tu manera de expresarlas. Te devuelvo las pocas historias que te conté.
Te dejo mi deseo de que seas feliz. Te dejo un grito que siempre quise soltar frente a vos: te amo. Te dejo mi amistad, de esas que no creo que tengas, me digas lo que me digas. Te dejo mis celos, celos tontos que no eran de desconfianza. Te devuelvo las lágrimas que lloré mientras te ibas a otro lado y las que derramé mientras escribía esto. Te dejo el dolor que en este momento siento. Mi coraje. Todo te lo dejo acá. Y me quedo con lo que no puede dejar de soñar en mi alma, dos palabras: TE QUIERO, que alguna vez me dijiste de verdad.
Parece que después de todas estas lagrimas estoy un poco mejor. Sentía la necesidad de escribirte todo esto y que esta entrada estuviera dedicada a vos. Al final vos estás feliz y eso me alegra enormemente. Aunque no sea a mi lado.
Espero que leas esto completamente y no lo dejes para después continuarlo y para cuando hayas terminado de leerlo, espero que hayas entendido lo que te quise decir.
Esto es una de las cosas que más me costaron y dolieron hacer en todo este tiempo. Hay cosas que creí que no volverían a pasarme. Uno vuelve a caer una y otra vez en los mismos juegos. En las mismas trampas. Y lo peor de todo, que al darnos cuenta de eso a uno lo hace sentir como un tonto. Quisiera decirte tantas cosas. Lamentablemente no me queda nada más que dejarte mis palabras en un blog, que ni vos ni yo entendemos bien que es lo que pasa. Capaz critiques el medio, pero la única razón es porque no podía hacerlo de otra manera. Si me vieras ahora lo entenderías. Sobre el amor conozco situaciones diferentes. Muchas que me tocaron vivir a mí, y situaciones que particularmente me hicieron tocar a veces no sé si el fondo, pero era demasiado hondo para mí. Otras que le pasaron a mis amigos y amigas y nunca termino de sorprenderme. Pero hoy tengo que decirme todas esas cosas que yo dije a mis amigos y amigas, y hasta a mi mismo. Porque simplemente no tengo con quién hablarlo. Tal vez por orgullo, y también por vergüenza. Evidentemente algo se nota en mí, no puedo disimularlo. Porque por esas cosas raras que tiene la vida, más que nunca estoy rodeada de mis amigas. Más que nunca me preguntan que me pasa estos últimos días. Que dónde dejé esa felicidad que tenía no hace mucho. Donde dejé ese brillo de mis ojos. Dónde dejé las ganas de pasarla bien con ellas. No son tontas, me conocen. Algunas lo suficiente como para darse cuenta cuando les hablo porque también se me nota al hablar. Me duele tener que mentirles cuando me preguntan, cómo estás? Y yo les digo: muy bien, acá ando. Digo con mi mejor cara cuándo no puedo disimular este dolor que a veces creo que podría matarme. Pero mucho más duele saber que ellas se dan cuenta, que es casi todo lo contrario lo que digo. Pero así son las reglas, y así es la tristeza. Solo tengo que esperar que llegue la hora en que todo pase por fin y volver a empezar de nuevo. Capaz un poco más fuerte, porque eso es lo que dicen, lo que no te mate, sólo te hace más fuerte.
Ya te imagino leyendo esto. Pero no te equivoques, ser fuerte no significa volverse insensible o frío. Eso es volverse cobarde. Qué es muy distinto a ser fuerte. Yo podré ser muchas cosas, pero no una cobarde. Siempre digo a los demás: la vida sigue, el planeta sigue dando vueltas, no te podés quedar ahí sentado porqué estás mal. Pero que difícil es seguir viviendo cuando estás atada a algo y eso que te ata resulta ser algo que amas con más fuerza de las que tienen tus piernas para caminar. Sabes algo? Creo que la única forma que me queda para salir de esto es sin mentir. No voy a salir a decir que no te amo, porque es mentira. Ya las cosas pasaron, el dolor sigue acá, ya dijiste y tomaste tu decisión, aunque fue algo “egoísta”, porque solo pensaste en tu tranquilidad en tus sentimientos, y no te importó lo que yo sintiera, no te importó que yo te quisiera tanto. Te confieso que siento que la vida se me acaba, no se como salir de esto, no se como acostarme sin pensar en vos, no se cómo hacer para no extrañarte tanto.
Ya te dije la verdad, seguro que muy tarde pero te la dije, me siento mejor estando con vos, aunque no me creas esa es la verdad.
Pero bueno, no voy a decirte que no te extraño, porque me muero de ganas de estar con vos. Tampoco voy a decirte que no te necesito, porque me hacés falta, y más que nunca. Tampoco voy a decirte que no quiero que me mandes un mensaje. Porque en lo primero que pienso cuando suena el teléfono es en vos. Y para que mentir, si no puedo. Se me nota. Es algo que no puedo hacer. Lo lógico, es que tenga que decirte todo lo contrario para hacer las cosas un poco más fáciles. Pero hay algo más importante que mi orgullo, las cosas que te prometí. Y eso me juega en contra ahora, porque podría dejar esto por el camino más fácil de no haberte prometido algunas cosas. Pero lo hice. Y a pesar de que podría sacar esas promesas, no puedo. Porque no te voy a dar la posibilidad de que me digas: no cumpliste o me fallaste? Eso no, nunca te voy a fallar. Uno promete algo cuando está seguro que puede cumplirlo. Y yo prometí que te iba a querer toda la vida, y así lo voy a hacer. De todas las cartas que te escribí y que nunca te di, esta es la única que vas a recibir. Porque es la más sincera, pero también la que más me duele. Porque a pesar de todo, la verdad duele. Más aún si hay que imaginarla. Peor aún cuando eso que imagino termina siendo verdad, y cuando me dicen que eso que pensé eran tonterías. Dejame decirte algo, a veces las tonterías terminan siendo reales. Ojalá y algún día entiendas que todo fue verdad, que jamás te mentí cuando te dije que te amaba y que eras lo más importante para mí.
No te pedí que me amaras. No te pedí que me quisieras. Nunca te pedí que me extrañaras. Solo pretendía que llenaras los espacios de soledad que habían en mi, que llenaras mis tristezas, no me importaba vivir a escondidas de los demás, no me importaba vivir en esta mentira.
Perdoname. El mundo se me escapó de las manos y para mañana tengo que ir detrás de él, alcanzarlo y ponerme de nuevo en mi lugar y dejar algunas cosas atrás. Entre ellas, tendría que dejar el dolor y a vos. Pero no, porque duele, duele desprenderse de algo que amas con todas tus fuerzas. Pero tal vez sea algo necesario. El tiempo lo dirá. No quisiera hacer esto, pero sólo me voy a llevar algo que un día dejé en tus manos sin que me lo pidieras, por eso no puedo reprocharte nada, es mi corazón. No es que no quiera dejártelo, ojalá y pudiera estar con vos para siempre. Pero es como que necesita algo de arreglos. Como explicarte... necesito cuidarlo un poco para que se recupere, para que sane y vuelva a latir. Y vuelva a ser el de antes. Necesito ponerle esas alas que tal vez sin querer le arrancaste en un descuido. Necesito hacerle entender que no sos una mala persona. Y aunque yo quiera ir y romper eso, no se puede. Tengo que recordarle que prometimos no lastimarte. Alguna vez me dijiste: te quiero. Dos palabras que no puedo sacar de mi mente. Dos palabras que no puedo olvidar. Y jamás voy a olvidar. Porqué laten y se grabaron en mí.
Vas a entender que no miento. Que fui sincera y lo que siento y lo que me pasa hasta hoy lo podés ver. Lo estuviste viendo sin darte cuenta. Sin quererte dar cuenta.
Te quedaste en algunos detalles negativos que no me diste oportunidad de cambiarlos, de acomodar. Pero bueno, es lo que vos elegiste. Ojalá pudieras ver el otro lado de las cosas. Ahora te estoy hablando con lo poco que queda de mí. Nunca hubo cosas que te dijeron que había o que te inventaste vos mismo no se para qué. Capaz para buscar una excusa? Ahora ya no cuenta, no te preocupes, ya no importa, no voy a meter acá. todo lo que te dijeron tus amigos.
Te devuelvo esos pensamientos que pusiste en mi cabeza. También los que vas a poner. Cosas que ni pasaron, no pasan y tampoco van a pasar. Yo me quedo con lo que creo que es verdad. Me quedo con los hechos que hablan de vos por si mismos. Te devuelvo ese encuentro imaginario que siempre tuve. Te devuelvo mis planes para cuando estuvieras acá compartiendo mucho de lo que tenía para vos, cuando no pudiste entender en realidad que mi vida está acá, no en otro lugar. Me quedo con la primera vez que te conocí, por cierto, un día muy especial.
Te devuelvo mis pensamientos de lo veré o no, esta vez? Me quedo con tus palabras ofensivas que me hacían reír y alegrarme, y que pensaste que yo pensaba que eran insultos por tu manera de expresarlas. Te devuelvo las pocas historias que te conté.
Te dejo mi deseo de que seas feliz. Te dejo un grito que siempre quise soltar frente a vos: te amo. Te dejo mi amistad, de esas que no creo que tengas, me digas lo que me digas. Te dejo mis celos, celos tontos que no eran de desconfianza. Te devuelvo las lágrimas que lloré mientras te ibas a otro lado y las que derramé mientras escribía esto. Te dejo el dolor que en este momento siento. Mi coraje. Todo te lo dejo acá. Y me quedo con lo que no puede dejar de soñar en mi alma, dos palabras: TE QUIERO, que alguna vez me dijiste de verdad.
Parece que después de todas estas lagrimas estoy un poco mejor. Sentía la necesidad de escribirte todo esto y que esta entrada estuviera dedicada a vos. Al final vos estás feliz y eso me alegra enormemente. Aunque no sea a mi lado.
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