lunes, 2 de julio de 2012

A veces hay razones para sentirse triste, deprimido, o con un toque de melancolía... Otras veces, sólo la sentimos. No sabemos la razón de su presencia, de que nos consuma poco a poco como a una vela que se va apagando, sin dejar más que un cuerpo, sin nada llamativo, ni atractivo, dejándolo vacío.
Así me siento, siento que hay cosas maravillosas rodeándome y sin embargo cierro los ojos y me dejo hundir. Me hundo en una imagen distorsionada, o quizás, la pura realidad.
Cuesta levantarnos de las caídas, cuesta volver a empezar. Y estoy neutra, no estoy acá, ni allá. No quiero quedarme en el piso, pero no puedo levantarme.
Las lagrimas rodean mis mejillas una y otra vez, y si les digo la verdad,
no se por quién lloro, seguramente por mí, porque caigo en la realidad de lo que soy, abro los ojos al mundo real y me doy cuenta que la vida es mas dura de lo que pensaba.
Y sí, tengo problemas mínimos ante lo que son en realidad problemas. Pero me afectan, y no voy a ignorarlos como si no existieran.
Tengo la necesidad de demostrarme a mi misma que puedo con lo que se me interponga, que quiero soñar, amar, flotar, querer, y seguir viviendo. Y la vez lo único que hago es llorar, sufrir, reprimir, y olvidar cada sueño, esperanza que se agota con la desilusión.

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