Hay situaciones en las que prefiero salir
corriendo, en las que me da pánico seguir en línea recta, en las que prefiero
sentarme, evadirme, y por qué no, llorar? El agua se altera cuando está en
calma y muchas veces se forman tsunamis de formas impensables, se desarma
mi mundo y vuelvo a quedar ahí otra vez en medio de todo, en medio de la nada.
Me pregunto por qué hay personas que siempre se terminan preocupando más por
las cosas. Lo mejor que se puede tener como ayuda, es saber que las personas
que te quieren te apoyan, y te dan palabras con un poco de alegría, y te dan la
mano, te ofrecen un pañuelo cuando querés sacarte la armadura y llorar
libremente. Llorar nos hace bien, nos limpia el alma, pero poco después, esa
presión que hicimos en nuestros ojos, la sentimos en el corazón. Cuando
dejamos de llorar, queremos seguir haciéndolo, pero no podemos quedarnos
llorando. Siempre hay que encontrar un poco de luz en medio del túnel oscuro.
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