miércoles, 7 de noviembre de 2012


Hay situaciones en las que prefiero salir corriendo, en las que me da pánico seguir en línea recta, en las que prefiero sentarme, evadirme, y por qué no, llorar? El agua se altera cuando está en calma y muchas veces se forman tsunamis de formas impensables, se desarma mi mundo y vuelvo a quedar ahí otra vez en medio de todo, en medio de la nada. Me pregunto por qué hay personas que siempre se terminan preocupando más por las cosas. Lo mejor que se puede tener como ayuda, es saber que las personas que te quieren te apoyan, y te dan palabras con un poco de alegría, y te dan la mano, te ofrecen un pañuelo cuando querés sacarte la armadura y llorar libremente. Llorar nos hace bien, nos limpia el alma, pero poco después, esa presión que hicimos en nuestros ojos, la sentimos en el corazón. Cuando dejamos de llorar, queremos seguir haciéndolo, pero no podemos quedarnos llorando. Siempre hay que encontrar un poco de luz en medio del túnel oscuro.

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